Hay días en que a uno lo aplasta un tsunami de mezquindad que se le ha escapado al planeta. La amada Tierra, por supuesto, escupe de todo: cosas sublimes y cosas deplorables. Hay para todos los gustos; y lo más corriente es que casi cada semana toque menú degustación. Pero es verdad que de pronto una tarde en la que se te han cruzado cuatro atentados, el pirata palopata de turno o el último desgraciado que le hace una pedorreta al Tribunal de
Estas cosas requieren terapia, y al punto, porque todo lo malo tiene querencia a enquistarse. La mala leche es pertinazmente pegadiza, y a poco que te entretienes en verle las costuras al cuadro, resulta que al rato ya te importa un pimiento la Mona Lisa, la Chica del pendiente de perla y la madre que las parió. Qué carajo: hasta las variaciones Goldberg te parecen cargantes, hasta un trino de la Fitzgerald con su Louis Amstrong de sus entrañas se te queda en el ombligo como algo futil, parduzco y francamente prescindible. Ante este panorama, y que me perdone mi doña, pero el psicólogo poco puede hacer, porque no se trata de tener las emociones escacharradas o alguna junta pasada de rosca, sino de que el mundo es como es o por lo menos está como está. Así es que la única terapia posible, me parece, son unas creencias sólidas, robustas, constructivas y audaces desde las que observar el dantesco espectáculo, pedir los trastos y echarle valor al toro.
El asunto me viene como aceite a las espinacas para denunciar una de las apropiaciones indebidas del lenguaje operadas por la religión que más me enervan. Que se me entienda: es una de tantas, que parece que aquí mis compadres de la sotana, el minarete o el Kipah tuvieran una oficina de patentes para registrar expresiones, capturar verbos y sustraer, cuáles Tempranillos de los diccionarios, conceptos que son de todos y a todos se nos aplican. La palabra que viene al caso es creencias. Esas que parecen privativas, como digo, de quienes tienen a bien creer en algún dios.
Si habéis seguido el enlace hasta el DRAE habréis constatado que las creencias religiosas tan sólo son unas más entre éstas. O sea, que todos tenemos creencias; simplemente, las de algunos resultan tener un soporte religioso y las de otros no. Sin embargo, basta leerse un par de números del Alfa y Omega para comprobar que sólo los creyentes tienen creencias, que un credo es una cosa que remite automáticamente a una concepción liagada a alguna divinidad (algo que el DRAE de nuevo nos recuerda que es falso) y que, por supuesto, a lo más que pueden aspirar los "no creyentes" -en Dios, se entiende- es a mantener más o menos obstinadamente algún tipo de ideología. Insisto en que este esquema se repite no menos de media docena de veces en cualquier publicación católica extensa; las musulmanas y las judías, que no he frecuentado, posiblemente digan lo mismo, aunque quizás con menos sutilezas. Todo este juego de palabras no es más que un intento, en absoluto disimulado, de crear rangos entre aquello que las personas creen, de modo que termine resultando que algunas cosas, por ser más respetables y elevadas, merezcan ser consideradas creencias, y otras, por tener menos caché, se las moteje de ideología, que es una palabra que desde Marx hasta hoy despide un inconfundible hedor a baratija deleznable. Yo creo que todas las ideas y creencias están sujetas a crítica y refutación; lo que me hace bastante menos gracia es que por la cara alguien tarte de reservar una dignidad superior precisamente a las suyas. Como digo: por el morro.
Afortunadamente, Ortega y Gasset se ocupó con extrema simplicidad de este tema hace ya mucho tiempo, distinguiendo esclarecedoramente entre ideas y creencias. Las ideas se tienen; en las creencias se está. Las ideas las sostenemos nosotros; las creencias, justo al revés: son el marco que hace comprensible y viable nuestra vida. Cada uno tiene un esquema desde el que entender la vida, y cualquiera de estos esquemas tienen a priori el mismo rango. Otra cosa es su enjundia y eficacia, su valor en la contribución a la felicidad y la justicia; cosa que en modo alguna está correlacionada con su patrocinio divino, como bien nos enseña la historia. Algunas creencias requieren de una fe (son irracionales) y otras se defienden desde la argumentación (y son por ello siempre provisionales). Las creencias, en suma, son las que mejor explican cómo somos, bajo que presupuestos vivimos.
Una vez pasado el excurso -que no era tal y venía al caso- voy a compartir la creencia que yo practico, aquello en lo que creo, al respecto mayormente de lo sucio, lo malo y lo podrido que existe y a veces nos salpica ("shit happens!"). Por si a alguien le hace bien en situaciones parecidas, o por si a alguno le aclara el panorama. Y para no extenderme y terminar de aburrir a la escasa peña que se pasa por aquí diré que se parece mucho a lo que escribió Herman Hesse, el de Siddharta y El lobo estepario, en un tratadito muy difícil de encontrar y que se titula, precisamente, Mi Credo. Su párrafo más sublime, que repite de paso las distinciones de Ortega, dice así:
“Nuestra conducta en la vida no depende tanto de nuestros pensamientos como de nuestras creencias. Yo no creo en ningún dogmatismo religioso ni tampoco en un Dios que ha creado a los hombres y les ha capacitado para el progreso de matarse primero a golpes de hacha y después con armas atómicas, y ahora está orgulloso de ellos. Por lo tanto, no creo que esta sangrienta historia universal tenga un “sentido” a nivel de un superior regente divino, que nos prepare con ella algo incomprensible para nosotros, pero divino y sublime. Sin embargo, tengo una fe, una sabiduría o una intuición convertida en instinto, acerca del sentido de la vida. De la historia universal no puedo decidir que el hombre sea bueno, noble, pacífico y altruista, pero creo, y además, sé con certeza, que entre las posibilidades que tiene a su alcance se encuentran también esa noble y hermosa posibilidad, la tendencia hacia el bien, la paz y la belleza, que pueden florecer en circunstancias favorables, y si esta fe tuviera necesidad de una confirmación, la encontraría en la historia universal, junto a los conquistadores, dictadores, guerreros y lanzadores de bombas, en las apariciones de Buda, Sócrates, Jesús, los escritos sagrados de los hindúes, judíos, chinos y todas las maravillosas obras del espíritu humano en el mundo del arte. Una cabeza de profeta en el pórtico de una catedral, un par de acordes en la música de Monteverdi, Bach, Beethoven, un trozo de lienzo de Guardi o de Renoir, son suficientes para contradecir todo el terreno bélico de la brutal historia universal y presentar otro mundo espiritual y dichoso. Y por añadidura, las obras artísticas tienen una duración mucho más segura y prolongada que las obras de la violencia, a las que sobreviven muchos milenios”.
Ya sé, ya sé. Ojala fuese cierto. Eso compensaría en cierto modo lo del terrorista, lo del pirata, lo del genocida y lo del político ladrón. Pero puede que de lo que se trate sea de querer que sea cierto.
Yo quiero.
Creo que tienes razon cuando dices que publicaciones religiosas como alfa y omega, e incluso en discursos mas o menos publicos de altas o no tan altas esferas religiosas, se tiene un concepto de creencias como algo religioso, despreciandose en cierta medida las creencias que no son de ese tipo; digamos que el no creyente es tachado como de no tener creencias y/o valores.
ResponderEliminarEsto es ciertamente un error, pues hay ejemplos muy claros (tu mismo puedes serlo) que fuera de una Fe hay valores y tanto o mas solidos que con Fe.
Lo que ocurre es que habitualmente la gente que no tiene una Creencia religiosa no se plantea demasiadas cosas; es mas, la gente que tiene una Creencia religiosa tampoco se plantea grandes cosas, simplemente cree y no profundiza.La gente en general no se plantea grandes cosas.
Es terriblemente injusto que en un saco general sobre un tema metamos a todos, porque normalmente metemos a alguien que no merece que lo introduzcamos.
Yo dependiendo del momento personal, tengo mas o menos Fe en que la gente puede ser buena, pero en demasiadas ocasiones hay gente alrededor falsa, egoista y con apariencia de valores. Da igual que esten dentro o fuera de la Creencia Religiosa.
Pero ya hubo alguien que dijo que de 100 cabezas, 99 embisten y una piensa....
Siempre he procurado ser de la 1... pero en demasiadas ocasiones soy de las 99...
Si tu blog no lo lee tanta gente, y tienes muchos amigos, a lo mejor es que reflexiones tan serias e interesantes pueden resultar demasiado pesadas... digo yo...
Sigue asi...
PD: empeze a criticar tu libro pero me pare; lo he retomado, espero que antes del 1 de febrero de 2010 mandarte una critica sera y constructiva.
Bueno Raúl, tu ya sabes que ambos estamos del mismo lado. De los que luchan por lo bueno. Lo demás, si te soy sincero, me parece puro folclore.
ResponderEliminarUn abrazo
PD Si te lo vas a leer todo de nuevo compra aspirinas. En serio.