sábado, 19 de junio de 2010

Conversaciones en la cumbre (1)

Bueno, esta semana he estado hecho una mierda. El miércoles de la semana anterior fui a ver el ensayo general de La Traviata, y como padezco de empatía profunda, me cogí una neumonía. Que tarde como seis días en captar, todo sea dicho. Parece que no moriré aún, pero voy a tirar de reservas para la entrada de esta semana, que ando con menos fuelle que la propia titi de las Camelias. Ahí les dejo unos extractos de las conversaciones de mis hijos de los últimos tiempos.

Como le dice Daniel a su madre -refiriéndose a ella: son la monda.

Daniel: Ya sé como te mataré. Enamorándote.
Claudia: Enamorando no se puede matar.
Daniel: ¡Sí que se puede! Te diré que te amo, pero, en verdad, no te querré. Y entonces se te romperá el corazón. Con el corazón roto sangrarás y morirás.
Claudia: ¡Eso no es así!

Claudia: Daniel, eres patético. Y además malo.
Daniel: (sonriendo aviesamente) ¿En qué quedamos? ¿Soy malo o soy patético?

Daniel: ¡Mamá, no encuentro mi juguete!
Mamá: Pues lo dejaste en la cocina, allí estará, hijo.
(Sigue un lapso de 23 segundos)
Daniel: Mamá, te lo digo de verdad que no lo encuentro
Claudia mira a su madre, pone los ojos en blancos, y le dice:
Claudia: Digno hijo de su padre.

Claudia: Papá, ¿dónde está el cerebro?
Papá: (señalando con el índice) Hay dentro, en tu cabecita. Debajo de unos huesos...
Claudia: ¿Y la mente Papá, dónde está?
Papá: Pues hija, hay mucha gente estudiándolo pero aún no han dado con...
Claudia: Bueno, ya, pero ¿qué es la mente?

Daniel: ¡Pongamos una película de disparos!
Claudia: No me gustan las películas de disparos.
Daniel: Sí, tu eres más bien de la belleza
Claudia: ¡Sí, de belleza interior.

Claudia: Me necanta este yogurt desnatado.
Daniel: ¿Desnatado? ¿Eso qué significa?
Claudia: Pues que no te engorda nada, que es muy ligero.
Daniel: ¿Y el petit-suisse sí que engorda?
Claudia: (Impacientándose! ¿Pues claro, Daniel!
Daniel: ¿Cuánto?
Claudia: (Mirada condescendiente) Pues 2 el etit-suisse tiene dos, y este tiene cero.
Daniel: (Temiendo parecer estúpido) ¿Pero dos qué?
Claudia: (Ojos en blanco, defnitivamente irritada) ¡Ay, Daniel! ¿Pues qué va a ser? Dos kilómetros.

Madre e hija otean el orizonte: el Atlántico espumea, brioso, erizado de olas por todas partes.
Claudia: ¿Sabés qué, mamá?
Nuria: Dime
Claudia: Que alguien se ha pasado con el gel esta mañana.

2 comentarios:

  1. La verdad es que leyendo las conversaciones te lo pasaras genial...
    los niños han salido salaos y espabilaos!!!

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