Pues sí, aunque cueste decirlo: con Clint esta vez he pinchado en hueso. Por primera vez en muchísimo tiempo, tanto que casi no recuerdo la vez anterior. Para mi, las películas de Mr. Eastwood son de visionado obligatorio. No me pierdo una, y en la última década (Medianoche en el jardín del bien y el mal, Million Dollar Baby, Mystic River, Gran Torino...) íbamos casi a obra maestra por película. Con este ánimo, que acaso comporta pedirle demasiado, y con el sobreañadido de que me toca ir al cine a ver "películas de adultos" como a 3 veces al año (con suerte; y esos son muchas menos veces de las que me gustaría), con la responsabilidad de no fallar que ello conlleva, me arrellané en la butaca de Nervión Plaza ayer mismo dispuesto a ser conmovido y sorprendido, preparado para soltar, para mis adentros, una vez más: "Clint, eres la leche".
Pero nones - no pudo ser. Ni rastro del Eastwood seco, valiente, malencarado por inasequible a concesiones baratas a la galería. Y para colmo (otro sobreañadido) tratando un tema, el de la muerte, que me apasiona, que está prácticamente ausente de la filmografía convencional, y del que yo esperaba que, en manos del maestro, produjese una reflexión valiente, multifacética, sincera, y tan humana como en él suele ser norma. En vez de perdérseme en esta especie de nueva religión de Factory, este evanescente, cobarde y atolondrado pensar que "algo debe haber" sin detenerse lo más mínimo a apostar por qué algo, en vista de lo que sabemos, ni por depurar las consecuencias que tales visiones tienen para la vida -que al fin y al cabo, es lo único que importa.
El arranque de la película es fulgurante, intachable. Diez minutos en los que filma el tsunami que arrasase el sudeste asiático hace años de una forma tan brillante que cuesta pensar como pudo hacerse. Cada dolar que se gastó en esos efectos especiales mereció el gasto; consigue literalmente transportarte a la angustia del momento, al aturdimiento, y a casi todo lo demás que ese trauma debe producir en quien lo vive. Los actores están bastante bien: la hermosa Cecile de France se come la cámara, el niño protagonista (siempre un riesgo) está muy entero toda la cinta, y Matt Damon está comedido, cercano y sereno. Su trabajo es bueno, y además, pese al guión, la película no puede decirse que es mala. Sino muy decepcionante, porque se limita a una exposición emocional del asunto, sin traza alguna de reflexión más profunda.
No se trata de que exceso de emociones. No soy de esos que gustan del director nacido en San Francisco sólo cuando se viste de Harry el Sucio. Aunque no me disguste el personaje -especialmente ese Harry crepuscular que borda en Gran Torino-, para que quede claro y ahora que no me oye nadie: Los Puentes de Madison me arranca lágrimas a raudales, algo que el resto de machotes convendrán que no es fácil admitir. Las emociones no me parecen inadecuadas per se, faltaría más, y en esta película hay unas pocas bien engarzadas y expuestas. Pero una cosa es ser emotivo y otra estar emocionalmente superado. Y en esta película sobran emociones y falta entereza y valentía.
Lo que más me sorprende es la gente que ha visto la película y la caracteriza como "profunda". Nada más lejos de la realidad. Por cuanto respecto a la muerte, la película de Eastwood tiene exactamente la misma profundidad que el programa homónimo de Jordi González en Tele5. Travestido de Oliver Stone, la película ofrece una tesis irrefutable -y por supuesto, de ciencia ficción: hay vida después de la muerte y hay gente que habla con los muertos (mejor dicho, con "los vivos del otro lado"). Las diferencias básicas con su tocayo televisivo -una bazofia de la peor ralea, dicho sea de paso- es que en el plató hay personajes reales concernidos con las respectivas tragedias que encima tienen la desfachatez de cobrar para participar en el circo, mientras que en la cinta de Clint hay actores que actúan y todo queda en una bienintencionada ficción.
Hace ya mucho que James Randi desafió publicamente, bajo contraprestación de un millón de dólares, a quien pudiera realizar un acto paranormal controlado con éxito. Aún espera. Por lo que a mi respecta, toda esta sarta de tonterías tiene la credibilidad que merece la Bruja Lola. Una y otra vez, esta clase de supercherías son desenmascaradas. Y aún no hemos tenido la suerte de toparnos con una buena - testada y certificada. Y no porque no haya gente interesada en hacernos creer que las güijas y los mediums de este mundo son cosa cierta. No estoy diciendo con esto que deseche cualquier capacidad "extra-física", aún ignota en el hombre. Para nada. Lo que estoy diciendo es que no hay la más mínima pruba de que la existencia de mediums y parapsicólogos varios tenga nada que ver con la existencia de seres espirituales o algún tipo de existencia "después de la muerte". De hecho, si uno quiere hacer honor a cuanto sabemos a la altura del siglo XXI -y por cierto que eso es mostrar respeto por el ser humano- tendrá que admitir que nada apunta a que "vida después de la muerte" no sea una de las expresiones más estúpidas que el género humano ha sido capaz de concebir. Sorprendentemente, esta posibilidad ni es mencionada en la película -simplemente se da por supuesto que lo contrario es verdad. Si el autor cree que por el hecho de pasar olímpicamente de las religiones o dedicar cinco minutos a describir a los "falsos espiritistas" nos íbamos a tragar existen "espiritistas de veras", lo lleva claro -por lo menos, en cuanto a mi respecta. Con la obscena trampara demás de hacer decir que tras la muerte "no hay más que oscuridad" al personaje más odioso de la película - un franchute guapo, esnob, materialista, que engaña a la chica guapa y sensible, esto es, el prototipo de anticristo para los cinéfilos.
Ay, Clint. Ni un leve intento de encarar la muerte con arrestos, con fortaleza y rigor, como fenómeno humano, inevitable e irreversible que es. Ni la grandísima Elisabeth Kübler-Ross, que dedicó toda una vida a tratar a moribundos, y que tenía, por su parte, el convencimiento de la existencia de "algo" tras la muerte, se atrevió jamás a sugerir que se pudiera hablar con los espíritus. Aún se me ocurre una escapatoria para tu honor fílmico traicionado, maestro. Y es suponer que has intentado hacer una peli de ciencia-ficción, un remedo a tu manera de El sexto sentido de M. Night Shyamalan. Si ese es el caso, se queda a medio camino. Prefiero cien veces la antes dicha película que ésta -por no hablar de las fabulosas El protegido y Señales. Como sabe el terreno que pisa, el director de origen hindú s epermite muchas más licencias y fascina mucho más.
¿O no será más bien, Harry, que te estás haciendo mayor y le ves las orejas al lobo? Personalmente me gustaría imaginarte recibiendo a la parca con tu Magnum en ristre, apuntándo a la apestosa señora y soltando aquello de "Adelante, alégrame el día". Ojalá todavía pueda ser.
Entiendo tu decepción (la decepción siempre se relaciona con las expectativas creadas) y sin dejar de estar en parte de acuerdo contigo, a mí la película sí me gustó. No está a la altura de "Mystic River", que es mi película favorita de la decada de los 00´s, pero no desentona entre los últimos films de Clint, y tiene algunos momentos brillantes, casi todos, relacionados con el personaje del niño pequeño, que bien podría ser uno de la pandilla de Mystic River. De todas maneras, lo que más me gusta del film es su ritmo, su manera de contar, su estilo podríamos decir. Frente a los modernos, los postmodernos, los videocliperos o los que realizan remakes hoy en día, interesados en la rapidez, el exceso de información, la relectura de géneros, etc, Clint sigue su propio camino y hace lo que le viene en gana. No se pliega a clichés ni a lo que se espera de él, y plantea una historia humana aunque con menos chicha (menos profunda si quieres, si la profundidad tiene que ver con la trascendencia) de lo que a tí te gustaría. Es lo que tú dices, Clint tiene ya una edad y se plantea estas cuestiones, aunque al final se resguarde en la propia historia antes de ir más allá. No puede, no quiere o no sabe, pero eso no hace que sea una mala película. A mí me mantuvo el interés todo el film y es de las pocas veces en las que soporté a Matt Damon, un actor al que CUALQUIER otro actor hace sombra. Pero es que esa falta de carisma le viene muy bien al personaje, un tipo cuya personalidad está anulada por su don. Te dejo este enlace de una crítica, en la que insiste en sus referencias dickensians. Me hace gracia la mención, referido en el texto, a un crítico norteamericano que dijo que era "una película de Shyamalan rodada a cámara lenta".
ResponderEliminarEl enlace era este:
ResponderEliminarhttp://www.guzmanurrero.es/Criticas/qmas-alla-de-la-vidaq-clint-eastwood-2010.html
Es una buena película -por personajes, interpretaciones, ritmo, etc. Pero por cuanto hace a la muerte, es monocorde, cobarde y está cuajada de supercherías.
ResponderEliminarSi uno se olvida del tema principal y se centra en los personajes y sus historias emocionales entonces sí, me parece que está bien
abrazos
David, sólo te faltó recomendar films que sí tratan el tema de la muerte desde una perspectiva valiente. La mayoría de los films sobre la muerte se centran en la pérdida del ser querido (se me ocurre por ejemplo "La habitación del hijo" de Moretti, tremenda), no tanto en "el más allá" o lo que quiera que pase después, al margen de parodias más o menos ingeniosas, la ciencia ficción o el cine religioso, cuyo argumento es difícil trascender a los que no practican una religión. Sí hay muchos films en los que la muerte aparece como metáfora, o es un personaje con forma humana, pero tampoco es eso de lo que estamos hablando, me temo.
ResponderEliminarAbrazos
Una película como tal no se ha filmado. Eso sería filosofía en imágenes; ¿a quién le puede interesar tal cosa? ¿Te imaginas rodar el Fedón, con Sócrates bebiendo cicuta mientras, sereno, comenta con sus "discípulos"? No: a esa escena final le falta el dramatismo final de la Pasión, por ejemplo, que por contra ha sido filmada ya demasiadas veces.
ResponderEliminarLo que sí ha habido es destellos. Por ejemplo, de un tal Clint Eastwood. Estoy pensando en la parte final de Million Dollar Baby. Que tiene un tratamiento de la muerte que, de puro lúcido (esté uno o no de acuerdo con lo que hace el protagonista), es escalofriante.
Abrazos