sábado, 22 de mayo de 2010

¿Cuándo se jodió España?

Hace unas semanas mi amiga Belén, a la que de cuando en cuando le gusta cabrearme con panfletos reaccionarios y otro material de similar pelaje (en el que a veces, como no, hay perlas buenas) me mandó un artículo que se titula como esta entrada. Poco después, nuestro amigo Miguel Ángel (digo nuestro porque tiene muchos y si lo conociesen desearían que fuese también el suyo) nos estuvo poniendo los belfos de pajarita con una prolija descripción de cómo nos vamos al mismísimo carajo, con todo lujo de detalles fiscales, financieros y macroeconómicos. Finalmente, sobrevino el Zapatazo. Y puesto que el tema me interesa (porque vivo en este país, más que nada) presento a continuación mi respuesta formal al baturrillo de despropósitos que se vierte en el susodicho artículo, coincidente con no pocas opiniones de personas allegadas, y añade el por qué que creo le faltaba al impecable obituario-Armaggedon de mi compadre don Miguel.

Porque a mi, triste de idem, me interesa infinatemente más saber la causa de la muerte que describir los olores que despide el corpore insepulto. Y no porque esto último no cuente: sino porque a un enfermo del futuro como servidor lo que le pierde es aprender de los errores, mirar hacia delante y buscar un porvenir distinto y mejor. Ya saben lo Kirkegaard (al que mentaban los geniales Faemino y Cansado): la vida sólo se comprende hacia atrás, aunque haya que vivirla para adelante. Pues eso: que o analizamos con mimo y honestidad cómo hemos llegado hasta aquí y, a renglón seguido, hacemos propósito de enmienda para cambiarlo, o va a haber de este fango y de esta miseria para repetir tres y cuatro veces. Y a lo peor hasta nos liamos a disparos de nuevo.

Creo que lo que dice el señor Centeno no es que sea mentira, sino que es una verdad de nivel inferior que enmascara otra verdad de mayor profundidad que queda sepultada si uno se queda con su análisis. Es decir: puede ser que la Transición fuera un fiasco, una componenda mediocre, y que lo que vino después terminara por apuntalar los clavos del ataud político en el que se ha convertido este país. Pero nada de eso importa un pimiento si antes no somos capaces de hacer valiente relación de nuestras culpas como ciudadanos. Porque ha sido culpa nuestra, por si no lo sabían. Culpa de nuestros padres, después la nuestra y a renglón seguido de la generación que sale bien calentita del horno.
Culpa nuestra por creer que la política es algo que deben hacer los políticos, porque a nosotros estos temas, que quieres que te diga compadre, ni nos van ni nos vienen. Culpa nuestra por confundir bienestar con felicidad, Canal+, vacaciones en la costa e hipoteca con vida realizada. Culpa nuestra por confundir gestión con política, por pedir que no nos molesten sino una vez cada cuatro años. Culpa nuestra por no saber distinguir entre educación y titulismo, entre lo que debería ser la nutrición efectiva de una ciudadanía independiente, pensante e implicada, con una factoría de profesionales aseados. Por entender que la vida laboral es una contrarreloj en pos de la jubilación, por creer que el bungalow en agosto, la botellona esta noche o el partidito del domingo (todas manifestaciones de un mismo fenómeno, cuando se convierten en fines en sí mismos) son la máxima expresion del estado de derecho.
Mal por nosotros por creer que la vida se emboca cuando te echas novia, te colocas (analicen el verbo, por favor) y te compras el primer pisito que será el último, con otro ropaje... si puede ser antes de los 30. Por convencernos de que cambiar de país para labrarse un futuro es cosa de guiris (porque aquí se vive como en ninguna parte ¿verdad que sí), por entender que la empresa es eso que hace un explotador a quien graciosamente entregamos el don de nuestro trabajo a cambio de un salario siempre indigno.

Culpa de nuestro padres por enseñarnos que la meta es orillar a los treinta, victoriosamente, en todo lo anterior, y culpa nuestra por tragarnos tan gustamente semejante bola. Culpa de varias generaciones que han entendido la vida como una sucesiva reducción de problemas, como un inmenso "que no me molesten", haciendo que la burguesía pretérita parezca una panda de exploradores desaforados puestos de sombrero ladeado y machete en ristre a nuestra vera. "Yo paso de política" ha sido nuestro grito, y ahora nos rasgamos las vestiduras y decimos "pero cómo es posible que sean tan retrasados". Pues no sólo es posible, sino que nosotros, con nuestra indolencia, los hemos alimentado. Les hemos dicho: la política es gestionar, la política es un trabajo. Y ellos han unido eso a nuestra máxima de que cada perro se lama su cipote, y se han dicho "chachi, vamos a ponernos" y vaya si se lo han lamido.

Existe, según creo, una terapia. Y consiste en dejar de vivir en el "tú" y en el "yo", y en el "ellos", y empezar a pensar en "nosotros". Consiste en volver a los orígenes de la democracia, cuando ciudadano no se nacía, sino que se valía. Sólo tenemos que podar las indeseables exclusiones gratuitas (en su día mujeres, niños, metecos, esclavos) y empezar a excluir al que "pase" del tema. Tenemos una tecnología que es prácticamente ubicua y que se puede hacer efectivamente ubicua ofreciendo en según que fechas los recursos del Estado aquienes no se pueden permitir un PC de 200 €. Ahora hay que tener lo que hay que tener para decirle a la gente que muchos temas tendremos que decidirlos entre todos, pero que habrá que dedicar tiempo a instruirse, y que el que pase pierde el derecho de protesta. Tenemos que reservar horas para hacer política, y ya se pueden suponer a qué nobles ocupaciones habrá que restárselas. Habrá que ejercer ciudadanía para poder reclamarla.

Mientras eso no ocurra, mientras no nos demos cuenta que para regular la vida en comunidad tenemos que pensar primero en términos de comunidad, no habrá esperanza de cambio. Nos seguiremos ciscando en sus muertos, seguiremos pataleando atónitos ante tanta mediocridad, pero sin paso al frente, sin el fin del pasotismo y del escepticismo a ultranza, no habrá un mañana distinto de este que estamos vislumbrando.

Y como dicta el ojo clínico de don Miguel, irá a peor.

4 comentarios:

  1. El TETE del Plantinar dice:
    Amigo y admirado David, la perilla y el mostacho te dá un look de profe loco de pelicula de Cary Grant, no te favorece. (esta es la broma).
    Veo que eres un tio muy leido, habrás sido un pedazo de empollón en el Insti, que no fumaba porros, fumabas literatura. Quiero que sepas que el TETE no lee libros, pero sabe leer personas, creo que es tu deporte favorito, además del Basquet. Miro a mi alrrededor de manera global, y como ya sabes, todo es según se mire. Estoy contigo en lo que dices,muy acertadamente, que parece que has estado en mi mente, de la finalidad vital de los echos que han de acontecer para alcanzar la Felicidad, hogar, hipoteca, mujer, canal plus, hijos y trabajo fijo. En este mundo de la Titulitis, cuando te presentan a alguien, preguntan ¿tú que eres?, y qué le dices. A mí se me ocurre mandarle a tomar por culo, pero tal como está el patio puede que les guste la idea. Miguel-Armaggedon tiene datos para asustarnos,pero cuidado con los asustaviejas de la política. Que no se pierda la Libertad. Que no vengan salvadores que Hipotequen la Palabra, los que no somos Jefes es lo único que tenemos. Y porqué crees que la gente se asusta en las crisis, económicas o morales, porque no saben vivir sin lo material, sin el poder. El amor y la amistad se compra, quien los va aguantar sin la pasta, sin el mercedes. Ayer mismo miré a mi compañera, y le dije:" no sé porque se ponen así por el dinero, si me bajan el 10%, hemos sido felices con menos, no me gusta, pero que le vamos hacer, solo necesito que tu me sigas queriendo, lo demás no importa."
    Por último, sigo pensando que el dinero no desaparece, cambia de bolsillo.

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  2. Se agradece que el gran Tete se pase por aquí. Pues sí, estamos de acuerdo, y sí, no es cuestión de libros, sino de buenas compañías y de tener ganas de probar, vivir, equivocarse, o sea, lo de siempre: coraje, interés, y por supuesto, algo de suerte.
    Vivir cada día con menos COSAS y más y mejor rodeado de BUENAS PERSONAS (en el buen sentido de la palbra, como decía Machado): pues sí, es también mi guerra. Y cada día estoy un poco mejor.
    Yo en tiempos del Insti le di una calada a un porro y me dormí el resto de las noche en la playa. Mis colegas triunfaron y yo, como de costumbre, me fui de vacío, y desde entonces pensé que las drogas no eran para mi (sin mejora alguna en lo de triunfar, por cierto).

    Un abrazo compadre ¿nos vemos el martes en la cancha?

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  3. Nadaba uno en el perol de todos los años previo al puente de todos los años, cuando como todos los años se subieron al moral los yink tonic de todos los años. Jipearon las cornetas sonaron roncos los atabales y volvieron a discutir los mismos de las mismas gilipoyeces de todos los años. De pronto se me vino la inspiración, y pensé que la única crisis consistente, no es más que la misma de todos los años, y como tu, también recordé a D.Antonio en aquello de:
    El Español bosteza,
    será hambre, sueño, hastío,
    ¿Tendrá el estómago vacío?,
    el vacio es más bien en la cabeza.
    Y lo demás es lo que dice el Titi del Platinar, un cambio de bolsillo de los hurdeles. Pero por ¡que no se quee er mío vasío! U diré como aquel anarquista que portaba el paso de una imagen semana santera. Pepe, ¿que haces tu asín? - Ya ve ud.Lo mesmo lo quemo que me lo hecho a cuastas. Depende de la Jambre que tenga.

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  4. Qué miedo da España cuando se poné cañí

    Abrazos

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