La entrada de esta semana va dedicada a mis colegas del baloncesto. Un grupo de gente estupenda, sana en el sentido avanzado del término, generosa y muy interesante. Siendo así a nadie debe extrañar que yo acuda a nuestra cita de cada martes con el celo con que el bueno de Woody Allen comulga cada lunes con su grupo de Jazz, aunque medie una entrega de Oscars de por medio. Pero el próximo martes me lo habré de perder porque tengo, agárrense a sus poltronas, la ceremonia de graduación de mi hija de seis años. Les juro por los bucles dorados de mi Claudia que ya adquirimos birrete, banda y toda la pesca. Así es que mientras conjuro mis sombríos pensamientos de imperialismo colonial yankee para recomponerme y disfrutar, que de ello se trata, con el evento, he pensado mandarles un mensaje desde la forzada distancia.
El mensaje es una exhortación para que acudan en masa en este mes de junio que cierra nuestra temporada a la sagrada cita del segundo día de la semana. ¿Y por qué? Pues si no puede ser por el placer de compartir un rato especial y disfrutar de un juego que enriquece en mil sentidos, que sea por lo que reza el título.
Porque sé lo que hemos estado haciendo desde el último verano.
Esa tableta de turrón de la caja de Navidad que, al fin de cuentas, no vamos a tirar (¿no?). Ese dont glaseado modelo-Homer-Simpson que nos hemos tomado el viernes por la tarde, con el cafecito, en justa venganza por el acoso al que nos somete un jefe obtuso. Esos tres cuartos de kilo de almejas de Carril que nos endiñamos sólo para hacerle gasto al plasta del primo Sebas -para una vez que se estiray para que le duela en lo más hondo de la cuenta corriente. Ese pedazo de tarta de chocolate que, no habiendo querido probarle a nuestra suegra cuando nos lo ofrecía (gesto patricio: "tengo que cuidarme"), hemos deglutido a hurtadillas al caer la noche, a deshora. Y, más que nada, ese Gin-tonic de propina ("sólo uno más, cariño") que hemos compartido con un hermano de alma y de género, al caer una tarde plomiza cuajado con el griterío de los niños revoloteando. Ese Gin-tonic, fratelli, que a nuestar edad es siempre e inexcusablemente en copa de BALÓN. Qué, como todo el mundo sabe pero nadie confiesa, ES EL DOBLE DE GRANDE.
Sea por todo ello, queridísimos congéneres. Pronto orillaremos en la playa y tocará subir la barrera protectora, y entonces ya será tarde. La vergonzosa -aunque gozosa- ampliación de nosotros mismos, dignamente ocultada hasta la fecha, será patente. Y no es que nuestras medias naranjas se duelan per se del hecho. Es que habrá cuñadas malencaradas y antiguas amigas desvencijadas que las rondarán para decirles, con falsa comprensión inyectada de bilis: "tu Paco ha esponjado, ¿no?". Y ello las herirá irremediablemente - por una pura cuestión de conciencia de género.
Evitémosle y evitémonos ese trago. Corramos como posesos unos cuantos martes más. Sudemos el bollo, la panceta, los moluscos y las bayas de endrino.
Yo de momento les prometo que este primer martes de ausencia me circunscribiré a la Cola-light y a las pencas de endivia con queso Philadelphia.
Amigo David, tu echas el cebo y yo pico. Entiendo que eso de la graduación de un enano, aunque sea tan guapa como tu nena la de los rizos, esa que se llevo el pasado partido de las estrellas, diciendome que tenia una mano llena de cinco dedos, y que éste es mi hermano, y este mi Papá; Se lo merezca todo. Coincidirás conmigo en que los profes y los papis de la titulitis, se están pasando. Les encantan los actos sociales, Las Comuniones, Bodas y Bautismos, Las puesta de Largo, los halowais, las cofradias y ¿que será lo próximo? ¿los entierros con caballos, monaguillos y Banda?. La familia ante todo, pero.....te .....perdista saborear el puro espiritu del Plantinar. Con un equipo de puretas, medio cojos, faltos de reflejos, y fuelle. Remontamos 15 puntos para vencer en el último segundo. Con garra, defensa, compromiso y juego en equipo. Una verdadera pena, que te lo perdieras. Pregunté varias veces por tí, y me decian:"está en una graduación" Pensé que cambiabas de gafas, pero ya ....... Para rematar la faena, hubo ducha colectiva, alicatado en el Jamaica.
ResponderEliminarAlguno pesará que eso de la ducha es una mariconada, pero de eso nada, es un acto de reafirmación, donde todos se muestran desnudos, sin tapujos, el homoereptus, tus michelines sin complejos, donde puedes sentirte orgulloso de tu cola, un ejercicio social, un alarde de masculinidad. Donde puedes mirar sin que te señalen de maricón. Una reafirmación de yo, en el colectivo.
Un fuerte abrazo. y besos a tu linda.
Joder, no te imaginas qué envidia Gran Tete. Nos metieron en una carpa improvisada a 200º (grado arriba, grado abajo), y fue un acto bochornoso, porque todo el mundo hablaba, hacía fotos y sacaba videos (todos menos yo, claro). Este tipo de cosas se inventaron para hacerse en Boston, Chicago y sitios así, y con gente obediente y ordenada, no con una caterva de españolitos que va cada uno a su puñetera bola, maricón el último, quita-puerca-que-me-tapas-a-mi-niña (sic) y en fin, todo lo demás.
ResponderEliminarPensé varias veces en lo que me estaba perdiendo, y si lo hice es porque a la pendejilla le hacía ilusión, y para la mdre era importante (esas son dos razones de peso, aunque disienta del todo en el fondo del asunto).
En fin, espero que haya también un partido de las estrellas, y si no la hay yo, que soy un descastado y que sólo me quedo 2-3 cervecitas al año (me encantaría que fueran todas, pero esa es otra historia aburrida de escuchar), me voy a quedar una. Y esa desde luego que me gustaría que fuera a la que vas tú, así es que tenme al tanto de tus movimientos.
Un fuerte abrazo