domingo, 29 de noviembre de 2009

¿Donde vas, Barrabás?


Ignoro por completo quién y por qué le endilgó al desgraciado de Barrabás la responsabilidad etimológica de las barrabasadas. El hombre, algo así como un proto-Curro Jiménez, sería un poco ladrón y bandido, pero difícilmente lo recordará la historia por alumbrar despropósitos. Y aún hay algunos que estiman que su nombre completo fue Yeshua Bar Abbas, esto es, en arameo, Jesús, "el hijo del padre". O sea, Jesús mismo.
Pero esta semana no estoy a vueltas con la Biblia, sino con las barrabasadas en sí. Y aquí encaja una confesión: soy aficionado. O sea me encandilan. He surcado es los últimos años algunos libros, webs y otros soportes que recopilan antologías de barbaridades arrojadas (así, como suena) en los exámenes de los bachilleres y ESOs de este país nuestro, y me he divertido lo más grande, que diría mi amigo Miguel.

Creo que hay varias razones respetables para que a un servidor le guste regocijarse en el disparate ajeno cuando éste tiene su arte. La primera es que son expresión de pura creatividad, y eso a uno siempre le pone. O sea: que si te preguntan, pongamos, cuál es el principal productor de miel, una cosa es reponder un escueto y triste "lo ignoro" y otra mucho más creativa espetarle al que cometió la imprudencia de preguntar un sonoro "la granja de San Francisco", por ejemplo (esto, como todo lo que sigue, es verídico). La segunda razón es que me sumo a lo que decía Chabrol: la tontería me parece inmensamente más excitante que la inteligencia, pues donde ésta tiene sus límites más bien estrictos, aquella es vasta e ilimitada. Y ojo que desvaríos se los he visto yo escritos hasta a Aristóteles, Scopenhauer y Agustín de Hipona, por mencionar sólo a unos pocos ilustres.

Hay algunos links interesantes con resúmenes y por supuesto libros antológicos. Pero yo no me resisto a que comentar algunos según me los han pasado recientemente. Vamos al turrón. Los textos están transcritos fielmente (esto no es broma); pasen y vean.

P- Escriba las características generales de la música barroca.
R- Creo que ay un despiste en la pregunta, me parece que es la música marroca. Voy a contestar esto. La música maroc es la de los moros de Marruecos ques es muy importante porque la tocaban los moros cuando ivan a las batallas de conquista.

P- Mida el segundo verso escrito en la pizarra.
R- En la pizarra, unos 75 centrímetros, en el papel más o menos una cuarta (lo digo aproximado porque no me he traído el metro).

P- Describa los movimientos del corazón.
R- El corazón está siempre en movimiento, sólo está parado en los cadáveres.

P-Ejemplo de un parásito interno.
R- Las vísceras.

P- Explique en qué consiste el dimorfismo sexual.
R- El macho se diferencia de la hembra por una prolongación más o menos larga.

P- ¿Qué caracteriza a los marsupilaes?
R- Que son los animales que llevan las tetas en una bolsa.

P-Nombre un ejemplo de reptil.
R- La serpiente putón.

P- ¿Cuáles son las fases de la luna?
R- Luna llena, luna nueva y menos cuarto.

P- ¿Qué río pasa por Viena?
R- El Vesubio azul.

R- Comente algo sobre los volcanes.
R- El Mallorca está el Teide. El agua de mar se solidifica y sale por el cráter.

P- Principales características de Holanda.
R- En Holanda, de cada cuatro habitantes, uno es una vaca.

P- ¿Cómo se realiza la depuración del agua?
R- Se hace con los rayos ultraviolentos.

P- ¿Qué es un polígono?
R- Un hombre con muchas mujeres.

P- Averiguar el número primo 2639.
R- Para mí que ese número es primo porque no hay ningún número que dividido por este número que es 2639 nos dé exacto. Si usted ve que está mal corrijalo.

P- Comente algo del 2 de mayo.
R- ¿De qué año?

P- Defina la soberbia.
R- Es un apetito desordenado de comer y beber, que se corrige practicando la lujuria.

P- ¿Qué es la fe?
R- Lo que nos da Dios para poder entender a los curas [N.B. A lo peor esta no es una barrabasada]

Y finalmente, a modo de coda...

P- Describa al hombre primitivo.
R- Se vestía de piele y se refugiaba en las tabernas.


Supongo que ahora sería un poco cruel que yo me remitiese al informe ese que dice que nuestros educandos están en la cola y que los Finlandeses de 15 años son émulos de Galileo.

Pues eso, que no lo voy a hacer.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Nuestro Credo (el de Hesse y el mío)


Hay días en que a uno lo aplasta un tsunami de mezquindad que se le ha escapado al planeta. La amada Tierra, por supuesto, escupe de todo: cosas sublimes y cosas deplorables. Hay para todos los gustos; y lo más corriente es que casi cada semana toque menú degustación. Pero es verdad que de pronto una tarde en la que se te han cruzado cuatro atentados, el pirata palopata de turno o el último desgraciado que le hace una pedorreta al Tribunal de la Haya, a ello se le une el enésimo desfalco sin querer queriendo y ¡zas!, se te clava en el corazón la angustia terráquea de las narices, esa invitada gamberra y extemporánea que te hace perder toda esperanza en la Humanidad.


Estas cosas requieren terapia, y al punto, porque todo lo malo tiene querencia a enquistarse. La mala leche es pertinazmente pegadiza, y a poco que te entretienes en verle las costuras al cuadro, resulta que al rato ya te importa un pimiento la Mona Lisa, la Chica del pendiente de perla y la madre que las parió. Qué carajo: hasta las variaciones Goldberg te parecen cargantes, hasta un trino de la Fitzgerald con su Louis Amstrong de sus entrañas se te queda en el ombligo como algo futil, parduzco y francamente prescindible. Ante este panorama, y que me perdone mi doña, pero el psicólogo poco puede hacer, porque no se trata de tener las emociones escacharradas o alguna junta pasada de rosca, sino de que el mundo es como es o por lo menos está como está. Así es que la única terapia posible, me parece, son unas creencias sólidas, robustas, constructivas y audaces desde las que observar el dantesco espectáculo, pedir los trastos y echarle valor al toro.


El asunto me viene como aceite a las espinacas para denunciar una de las apropiaciones indebidas del lenguaje operadas por la religión que más me enervan. Que se me entienda: es una de tantas, que parece que aquí mis compadres de la sotana, el minarete o el Kipah tuvieran una oficina de patentes para registrar expresiones, capturar verbos y sustraer, cuáles Tempranillos de los diccionarios, conceptos que son de todos y a todos se nos aplican. La palabra que viene al caso es creencias. Esas que parecen privativas, como digo, de quienes tienen a bien creer en algún dios.

Si habéis seguido el enlace hasta el DRAE habréis constatado que las creencias religiosas tan sólo son unas más entre éstas. O sea, que todos tenemos creencias; simplemente, las de algunos resultan tener un soporte religioso y las de otros no. Sin embargo, basta leerse un par de números del Alfa y Omega para comprobar que sólo los creyentes tienen creencias, que un credo es una cosa que remite automáticamente a una concepción liagada a alguna divinidad (algo que el DRAE de nuevo nos recuerda que es falso) y que, por supuesto, a lo más que pueden aspirar los "no creyentes" -en Dios, se entiende- es a mantener más o menos obstinadamente algún tipo de ideología. Insisto en que este esquema se repite no menos de media docena de veces en cualquier publicación católica extensa; las musulmanas y las judías, que no he frecuentado, posiblemente digan lo mismo, aunque quizás con menos sutilezas. Todo este juego de palabras no es más que un intento, en absoluto disimulado, de crear rangos entre aquello que las personas creen, de modo que termine resultando que algunas cosas, por ser más respetables y elevadas, merezcan ser consideradas creencias, y otras, por tener menos caché, se las moteje de ideología, que es una palabra que desde Marx hasta hoy despide un inconfundible hedor a baratija deleznable. Yo creo que todas las ideas y creencias están sujetas a crítica y refutación; lo que me hace bastante menos gracia es que por la cara alguien tarte de reservar una dignidad superior precisamente a las suyas. Como digo: por el morro.


Afortunadamente, Ortega y Gasset se ocupó con extrema simplicidad de este tema hace ya mucho tiempo, distinguiendo esclarecedoramente entre ideas y creencias. Las ideas se tienen; en las creencias se está. Las ideas las sostenemos nosotros; las creencias, justo al revés: son el marco que hace comprensible y viable nuestra vida. Cada uno tiene un esquema desde el que entender la vida, y cualquiera de estos esquemas tienen a priori el mismo rango. Otra cosa es su enjundia y eficacia, su valor en la contribución a la felicidad y la justicia; cosa que en modo alguna está correlacionada con su patrocinio divino, como bien nos enseña la historia. Algunas creencias requieren de una fe (son irracionales) y otras se defienden desde la argumentación (y son por ello siempre provisionales). Las creencias, en suma, son las que mejor explican cómo somos, bajo que presupuestos vivimos.


Una vez pasado el excurso -que no era tal y venía al caso- voy a compartir la creencia que yo practico, aquello en lo que creo, al respecto mayormente de lo sucio, lo malo y lo podrido que existe y a veces nos salpica ("shit happens!"). Por si a alguien le hace bien en situaciones parecidas, o por si a alguno le aclara el panorama. Y para no extenderme y terminar de aburrir a la escasa peña que se pasa por aquí diré que se parece mucho a lo que escribió Herman Hesse, el de Siddharta y El lobo estepario, en un tratadito muy difícil de encontrar y que se titula, precisamente, Mi Credo. Su párrafo más sublime, que repite de paso las distinciones de Ortega, dice así:


“Nuestra conducta en la vida no depende tanto de nuestros pensamientos como de nuestras creencias. Yo no creo en ningún dogmatismo religioso ni tampoco en un Dios que ha creado a los hombres y les ha capacitado para el progreso de matarse primero a golpes de hacha y después con armas atómicas, y ahora está orgulloso de ellos. Por lo tanto, no creo que esta sangrienta historia universal tenga un “sentido” a nivel de un superior regente divino, que nos prepare con ella algo incomprensible para nosotros, pero divino y sublime. Sin embargo, tengo una fe, una sabiduría o una intuición convertida en instinto, acerca del sentido de la vida. De la historia universal no puedo decidir que el hombre sea bueno, noble, pacífico y altruista, pero creo, y además, sé con certeza, que entre las posibilidades que tiene a su alcance se encuentran también esa noble y hermosa posibilidad, la tendencia hacia el bien, la paz y la belleza, que pueden florecer en circunstancias favorables, y si esta fe tuviera necesidad de una confirmación, la encontraría en la historia universal, junto a los conquistadores, dictadores, guerreros y lanzadores de bombas, en las apariciones de Buda, Sócrates, Jesús, los escritos sagrados de los hindúes, judíos, chinos y todas las maravillosas obras del espíritu humano en el mundo del arte. Una cabeza de profeta en el pórtico de una catedral, un par de acordes en la música de Monteverdi, Bach, Beethoven, un trozo de lienzo de Guardi o de Renoir, son suficientes para contradecir todo el terreno bélico de la brutal historia universal y presentar otro mundo espiritual y dichoso. Y por añadidura, las obras artísticas tienen una duración mucho más segura y prolongada que las obras de la violencia, a las que sobreviven muchos milenios”.


Ya sé, ya sé. Ojala fuese cierto. Eso compensaría en cierto modo lo del terrorista, lo del pirata, lo del genocida y lo del político ladrón. Pero puede que de lo que se trate sea de querer que sea cierto.


Yo quiero.



miércoles, 11 de noviembre de 2009

Educando a las extremeñas


Yo esta semana palabrita del niño Jesús que llevaba otro tema en la sesera; pero es que mi amigo Eduardo me ha disparado esta perita en dulce y la verdad es que no podía cabalmente dejar pasar la ocasión. Y no es que este país sea precisa ni últimamente corto en estupideces/sobresaltos; pero no me diréis que una noticia según la cual la Junta de Extremadura se ha gastado 14.000 euritos del ala en un programa educativo para enseñar a masturbarse a la peña, merece quedarse sin comentario.


El programa en cuestión, que han titulado, ingeniosamente, El placer está en tus manos, viene a ser algo así como un curso acelerado para que mis primas extremeñas aprendan a darse placer propio como Dios manda. Porque, como todo el mundo sabe, esta es una generación que si por algo se caracteriza es por ser inhibida hasta la desfachatez, pudenda y un poco retrógrada, y bastante paradita a la hora de buscar nuevas sensaciones. Y las chavalas, al llegar a la mayoría de edad con sus tres idiomas, su instrumento (musical) tocado, su tecnología de los ciberespacios dominada y sus clásicos a la orden del día, corren peligro de muerte de pisar la universidad sin saber como administrarse un orgasmo solitario. Y claro: por ahí la Junta de Extremadura no pasa. Por favor.

El primer problema con esta noticia es que me huelo que a nosotros, el pueblo (a quienes administran estos irresponsables) no nos la pela en que se gaste la cosa pública el dinero que sale de nuestros bolsillos. O sea, que como fan que soy del sentido común -que una vez más se confirma que es menos común de los sentidos- me parece una pizquita vergonzoso que se gasten la pasta de todos en estas fruslerías, mire usté, y no ahora porque caigan chuzos de punta, sino siempre porque denigra bastante dejar tu pellizco fiscal y social para que luego venga un pavo y se lo pula en folletos (valga la redundancia) y en consoladores. Que tiene delito.
Y oigan, políticos extremeños de mis entretelas: que uno no es carca. Que a uno le parece que lo de masturbarse está dabuten, entre otras muchas cosas, porque como largaba mi compadre Woody en Hannah y sus hermanas, al fin y al cabo es hacer el amor con alguien a quien amo. Vaya: que uno ha leído un libro de psicología o dos y qué demonios, reconociendo que aún siendo un subproducto incomparable con lo otro, sigue practicando.

Y ahí es donde entra en juego el segundo problema: resulta que masturbarse no sólo es facilísimo, sino que por ser gratis e incorporar un incentivo sabroso e inmediato, es una de esas tres o cuatro cosas que uno aprende sólo, rápidamente y además muy pronto. Y si acaso le quedasen dudas va y lo pregunta a un/una colega, o se da una vuelta por la red y encuentra como 550 maneras de masturbarse, para él o para ella. Si es que hay tantas maneras distintas y si es que merece tanto la pena estudiarlas. Por otra parte, que un responsable de educación piense que una chica de 13 o 16 años no sabe lo que tiene, donde lo tiene y como se usa es algo así como reconocer que vive con la cabeza metida en el culo, y desde hace bastante tiempo. Ya en mi juventud los chicos empezábamos a urgarnos la pilila a los 4 años y ya no la soltábamos hasta un lustro o una década más tarde; no me cabe la menor duda de que las chicas hiceron y hacen otro tanto, siquiera con más clase, distinción y disimulo.

Desde mi experiencia en innovación se me ocurre es que esto va a ser un capítulo de creatividad espontánea autoinducida. Porque me puedo imaginar la escena: esa consejera de la juventud extremeña que está encerradita en su despacho revisando maromos en bolas y haciéndose una gayola. La semana pasada ha tenido que echarle un rapapolvo al informático de la casa -sobrino de una cuñada suya- porque oye, lo del firewall de los cojones cortando las páginas porno está muy bien para la tropa, pero mi usuario me lo dejas libre como los pájaros o le dices a tu madre que a tu hermano el que no tiene estudios lo va a colocar su marido. Y enseguida se produce el problema: luxación severa en la muñeca (que a ver como firmo yo ahora los cheques del plan E) y lo que es peor, quedarse a medias. Y es que colega: ya no sabemos ni hacernos pajas. EUREKA. ¿Cosa más necesaria puede haber que un curso de masturbación? Interfono presionado: a ver Gutierrez, llámame a Sánchez de proyectos, que se me ha ocurrido una idea. Y pídeme ya que estás cita con el traumatólogo.

Pero claro, estas cosas hay que vestirlas. Digamos por ejemplo que hay que "fomentar la autoexploración sexual y el autodescubrimiento del placer" (por cierto Gutierrez: llame a ver si me tienen ya reparado el auto). Porque de lo que se trata no es de tocarse las partes pudendas en plan egoísta de derechas, en plan neoliberal capitalista de las cosas de Onán el guarro, sino de"construir espacios de intercambio y participación donde se aborden las preocupaciones y las angustias de los jóvenes sobre la sexualidad" (que suena exactamente a las pajillas que Torrente le proponía a sus compinches de vigilancia). Y, por supuesto, de "facilitar la adquisición, desarrollo e interiorización de hábitos saludables, autoestima, seguridad y la puesta en práctica a través de la autoexploración sexual y de un autoconocimiento erótico desde una perspectiva feminista". Y bueno, esta frase, ya sabéis lo que quiere decir ("ayudémoslas a ellas, que no saben lo que hacen). Y es que todo el mundo sabe que no hay gesto más feminista y reivindicativo que hacerselo una y dejar al machista del marido o el novio a pan y agua, y que era eso mismito lo que tenían en mente la Beauvoir, la Camprubí y las otras pavas que se jugaron el pellejo para que las mujeres tuvieran exactamente la misma dignidad del varón.


Decía Juvenal algo así como Maxima debetur puero reverentia, o sea: el niño merece el máximo respeto. A los jóvenes, que en esta época son niños, los estamos tratando como si fuesen carajotes, y lo más probable es que se nos vayan a quedar así de mayores. Y luego nos echaremos las manos a la cabeza y diremos que nos pegan, que son unos flojos y unos desagradecidos, que no entienden, ni sienten, ni padecen. Nosotros que les hemos enseñado a hacerse pajas, les pasamos amablemente de curso sin saber hacer la O con un canuto y que luego les acogimos en casa hasta los 35 para que la cosa de la presión no les impidiese cumplir su sueño: ser funcionarios, para luego diseñar programas sociales tan chachis como estos.

Lituano; hay días que uno quisiera ser lituano. Pasmo de país, por Júpiter.

[N.B. Mami, esta semana ha tocado estar soez de narices. Pero es que pegaba, joder, pegaba]

domingo, 8 de noviembre de 2009

Monsieur Le Foie

Monsieur Le Foie

Todas las generaciones tiene sus imaginarios cinematográficos, y la nuestra -que a día de hoy no me acuerdo si es la generación perdida, la que se busca, la que se encontró o la que fue a por tabaco y no volvió- no iba a ser menos. Una de esas escenas cinceladas en nuestra retina digo yo que sería la delirante conversación que Vincent/Travolta y Jules/Samuel L. Jackson mantenían al pricipio de Pulp Fiction. Ya sabéis: aquella en la que Travolta, que no se ha visto en otra igual, le cuenta a su compinche como son las cosas al otro lado del charco, diciéndole oye, no veas como son estos europeos de la Francia de los franceses, que al Big Mac de toda la vida van y lo mentan como Le Big Mac. Los muy cachondos, los muy finolis.

Viene al caso para cumplir una promesa hecha a mi amigo Andrés de hablar del foie, que tiene que ser, y no puede ser más que Le foie. Por que a este manjar exquisito hay que hablarle de usted, como al jamón ibérico y al caviar, que conformarían algo así como la santísima trinidad de la gastronomía. El marisco, para que nadie se enfade, quedaría entonces como la angeología de este universo delicioso. Aunque si le da a elegir, servidor se queda con el primero (quizás porque caviar bueno probé una vez en vida y con sentimiento de culpa de tan caro que resulta).
Pero vamos al turrón como dicen por ahí y expliquemos como se hace el foie en casa, por la mitad de dinero que se come fuera, mucho más bueno y para colmo con la posibilidad de que a uno lo saquen a hombros si le da por compartirlo con algunos amigos. Lo primero es conseguir el foie, que tiene el aspecto que aquí os adjunto. De pato o de oca; el segundo es más delicado y un poquito más caro.
Yo, que por mucho que disfrute cocinando o comiendo soy un completo desconocedor de las tiendas gourmet o especializadas de nuestra ciudad (no digamos de fuera), os recomiendo ir a tiro hecho: la Tienda Gourmet del Corte Inglés. Allí debéis encargarlo con una semana de antelación (el foie hay que prepararlo el día antes de la gran cita); os saldrá como a 60 € el kilo, y como cada pieza pesa unos 600 gramos, ir perdiéndole el cariño a unos 35 €.

El siguiente paso decisivo es el licor con el que vamos a aromatizar nuestra obra maestra. La cosa está bastante clara: versión dos orejas y rabo/versión excelente vuelta al ruedo. Si la elección es A, os toca comprar un
Sauternes, que es un vino blanco francés dulce, delicioso, pero que sale como a 20 € una botella pequeña. Oro puro. Pero está más que de sobra con un Oporto de calidad. En cualquier Hipermercado grande podréis encontrar un reserva por 9-10 € muy bueno, y por ese precio en un aeropuerto portugués se hacen virguerías. Un poco de sal y pimienta es todo lo que falta por la parte de la materia prima, porque el foie es tan sublime que como decía el poeta de la rosa mejor no tocarla demasiado.

Estamos en el día antes, tenemos todo lo necesario y nos ponemos a intervenir. Casi lo más importante es limpiar el foie. Es extremadamente graso, así es que deberemos tener un cuenco de agua helada para ir remojando las manos durante el proceso de extracción de la telilla que recubre al hígado y las venas principales. Estas hay que segurlas con un cuchillo corto y con mucha delicadeza irlas eliminando. No se trata de que todos sean grandes bloques, pero tampoco de hacer un picadillo.

El resultado, que es casi todo porque la merma es poca, lo echamos en un bol y lo salpimentamos ligeramente. A continuación va el licor elegido: no más de medio vaso, aunque es al gusto. El resto vale ir catándolo durante la elaboración que no todo va a ser sacrificio. Siempre con las manos muy frías lo mezclamos todo y lo metemos en la nevera un par de horas para que macere. Después lo sacamos y lo metemos bien apretado en un tupper, retirando el licor que sobre. En una olla con agua caliente metemos ese tupper al baño María unos diez minutos. Después lo recomponemos un poco (la grasa tiende a separarse y no conviene que se vaya toda arriba) y lo guardamos en la nevera, repitiendo un par de veces lo de redistribuir la grasa en las siguientes dos horas. Y hasta mañana, que lo sacaremos en unos medallones y lo acompañaremos de tostas muy finas (nada de biscotes, amigos) que podemos hacer un rato antes. Hay que servirlo muy frío o pierde la gracia, así es que nada de pasearlo mucho antes de comerlo. Y si nos da el punto, podemos acompañarlo con una mermelada o una compota.


Aparte de tal cual, por supuesto, un poco de foie le da un toque de realce sublime a un puñado de platos. De entre los que más me gustan, diría el carpaccio de gambas y el rissotto ai funghi. Ambos son platos sencillos que si los tomas fuera de casa te da la impresión de alta cocina que no te meneas, pero que en casa se despachan en media hora con éxito seguro. Sin ese poquito de foie, que puede ser perfectamente un poco del que sobró ayer o antes de ayer, cobran otra dimensión. Pero el acabose es un plato clásico que ya casi no se ve por ahí y que nos cuenta cómo se las gasta el señor foie no tal y como lo hemos hecho, sino tras simple vuelta y vuelta en la plancha. Se llama Tournedó Rossini y os lo relato a bote pronto: base de pan de molde tostado cortado en un redondel, solomillo de ternera vuelta y vuelta, loncha de foie hecho en plancha quince segundos de cada lado a fuego máximo, una lámina de trufa y el desgrasado de la sartén (con un licor y un poco de nata) salseando por encima. Tiempo total de elaboración: diez minutos. Fast food, hermanos. E ideal para un aniversario.
Uno puede imaginarse a Vincent Vega sobreviviendo a Bruce Willis y llevándose a su amigo Jules a un bistro parisino y diciéndole, mientras les marchan un par de Rossinis: "Ahora te vas a tomar tú, compadre, la hamburguesa más elegante del mundo. For the glory of my mother".