sábado, 20 de noviembre de 2010

Baloncesto y algo más (palabra de Boza)

El baloncesto, no me cansaré de repetirlo, es mucho más que un deporte. El deporte en sí es una fuente de valores y sabiduría: al menos cuando se lo practica como tal, no para hacer dinero o montar espectáculos. En tales casos, puede que también, pero a menudo la moraleja no está ya tan clara. El caso es que, entre los deportes, los que son de equipo son los más ricos, porque a la virtud del esfuerzo personal, el afán de superación y muchas otras ganancias personales, se le añade el espíritu de equipo, la capacidad de compartir y de sacrificarse por los demás. De entre todos ellos, el mejor es sin duda el baloncesto.

Y como estas cosas son fáciles decirlas cuando a uno le lleva la pasión por lo que le gusta, me he propuesto traer a colación un ejemplo ajeno que lo ilustre, a modo de demostración. Y como son las palabras de uno de los más grandes entrenadores europeos de la historia, resulta que son palabras mayores. Bozidar Maljkovic, para el que sea demasiado para recordarlo, entrenó a un prodigio baloncestístico de los 90 llamada Yugoplastika de Split, donde jugaban un puñado de imberbes llamados Radja, Kukoc, Tabak o Ivanovic (ese tipo tan malencarado que ahora gesticula desde el banquillo del Baskonia). Él tiene una suerte de "reglas de oro" del baloncesto que a servidor le parecen estupendas para ser trasladadas a la vida. Y como da la casualidad que los humanos aprendemos cualquier concepto mil veces antes practicándolo que memorizándolo, es fácil constatar la cantidad de cosas que se aprenden mientras se corre por la cancha, se pasa la bola, se suda, se grita y se defiende.
Ahí se las dejo con mi propia, breve, y me temo que obvia traducción enfocada sobre todo al mundo laboral. La de euros en libros y consultores (con perdón para el que lo sea) que se podrían ahorrar organizando equipos de baloncesto en las empresas...
Ni que decir tiene que va por ustedes, compañeros del Plantinar que me enseñan estas cosas cada martes.

1.-“Nunca se puede recuperar un entrenamiento perdido ni un partido perdido”
Hay que trabajar todos los días con la misma intensidad. La relajación es de perdedores. Vivir es superarse (lo otro es sobrevivir).

2.-“Todos los partidos son importantes, sólo los malos profesionales hacen distinciones”
No hay temas irrelevantes, sino personas poco diligentes. No se trata de tomárselo todo severamente, sino seriamente.

3.-“Hay dos tipos de jugadores: buenos y malos. No hay diferencias entre jóvenes y veteranos”
Lo mismo da que acabes de llegar que lleves veinte años en la organización en la que trabajas.Todos los días hay que demostrar que mereces el sueldo que te pagan, e incluso más.

4.-“La asistencia hace feliz a dos personas. Un tiro sólo a una”
El trabajo en equipo es la base de la satisfacción en el trabajo. A la empresa le interesa la gente que no quiera ponerse medallas, sino alcanzar logros para el colectivo. Hay que hacer crecer a los que nos rodean - esa es de hecho la principal satisfacción que te va a proporcionar en el trabajo.

5.-“El baloncesto es una bella sinfonía entre defensa, contraataque y ataque posicional”
En una organización hay de todo - como en botica. Hay días duros, jornadas más livianas y tiempo para la conversación. Hay un tiempo para la concentración, otro para las prisas, aún otro para la creatividad y también para el análisis. Hay que saber bailar con cualquier partenaire.

6.-“Un jugador debe estar dispuesto para jugar 3 ó 33 minutos y para anotar 3 ó 33 puntos”
No siempre vamos a tener el protagonismo. Tanto si lideramos un proyecto como si participamos con un papel secundario, nuestro esfuerzo y talento son importantes. La cuestión es sumar, no destacar.

7.-“Todo lo que no mata nos hace más fuertes”
Equivocarse no es malo, sino obligatorio. El drama es no aprender. No miremos atrás más que para recordar nuestros fallos en pos de no repetirlos. No nos quedemos anclados en un revés, miremos hacia delante.

8.-“Un ‘crack’ nace gracias a su padre y a su madre. Un entrenador le ayuda”
La gentes es buena o mala, lista o tonta. Todo el mundo viene hecho. Un jefe sólo es capaz de aportar una orientación, estímulo y motivación. Pero no puede convertir a un zoquete en un genio, ni lo contrario. De lo que se trata entonces es de sacar el máximo partido de cada uno - pero sobre todo de la suma de ellos, del conjunto.


9.-“Un club debe guardar sus secretos y debe actuar en un 90% con diplomacia y de forma agresiva el otro 10 por ciento ”
Las cosas que pasan en el departamento y en la equipo se solucionan internamente. Discreción, diplomacia y reserva son términos importantes. Pero cuidado si nos atacan - morderemos.


domingo, 14 de noviembre de 2010

La sonrisa de Zapatero

El pasado viernes la volvía a ver. En un atractivo programa que repasaba las que (supuestamente) eran las imágenes de la década, retomaron los debates políticas de las últimas elecciones. Pincharon un poco al bueno de Mariano con el asunto de la niña (enorme error de cálculo, espero que despidiera a sus asesores), y luego me ofrecieron la moviola de aquel "Buenas noches, y buena suerte" con el que ZP cerró su intervención. Una frase aderezada con una sonrisa que, de puro excesiva y calculada, resultaba obscena.

Y entonces me he acordado de los que farfullaban lamentándose sobre el hecho de que quizás entonces una parte importante de los españoles se decantaron simplemente por el candidato más fotogénico, más atractivo. Porque yo no creo que ese 10% que se decidió por criterios estéticos u hormonales constituya el verdadero escándalo. Para mi lo peor sigue siendo ese 80% que siempre vota lo mismo. Esa monstruosa mayoría que te dice, sin inmutarse: en mi casa es que somos del PP, o del PSOE. Como quien es del Betis o de la Esperanza Macarena.

Mientras esto siga siendo así - mientras seamos "adscriptivamente" políticos, y no "racionalmente" políticos, nada bueno cabe esperar. Simplemente, seguiremos promoviendo la mediocridad, la corrupción y el idiotismo (del griego idiotés - algo así como "el que pasa de la política", que para los griegos era pasar de la comunidad). Y seguiremos escuchando, por aquí y por allá, estupideces tan altisonantes como la de Artur Mas, quiene concebía una posible victoria de Convergencia en las elecciones catalanas y del Barça contra el Madrid como un gozoso "doblete". Recordando, al que tenga orejas para escuchar, que la política y el fútbol se han convertido en asuntos que se deciden de forma muy parecida - a base de seguidores, en lugar de críticos.

No es de extrañar entonces que cuando al día siguiente me entrevistaran por teléfono para una encuesta sobre gestión municipal la empleada de turno se quedara varias veces encasquillada cuando le dije que mi ideología era mayormente de izquierdas (con mucha buena voluntad por mi parte sobre lo que ella interpretase como tal), pero que había votado al actual alcalde del PP. Que mis inquietudes respecto de mi municipio eran más bien sociales, pero que pensaba votarle otra vez.

Creo que si le cuento que en el pasado he votado a Felipe González, Aznar, Anguita, Zapatero y Rosa Díez directamente me cuelga.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Sobre la posibilidad, cierta y latente, de convertirse, con la edad, en un perfecto gilipollas


Como dicen los anglosajones, lets put first things first:

gilipollas adj./s. com. vulg. Se aplica a la persona que es tonta, estúpida o excesivamente lela.

Así las cosas, lo que estoy diciendo es que nuestra naturaleza nos empuja, subrepticiamente, a ser cada día un poquito más gilipollas, y que solamente un esfuerzo denodado, constante y decidido, puede aparatarnos de esa indeseablemente senda. Lo que afirmo, y además he visto muchas veces, es que la propensión a tomarnos demasiado en serio crece con los años, conforme mengua nuestra importancia real y nos aproximamos a la muerte, y que la ley del mínimo esfuerzo y el acomodamiento, normas supremas en lo que respecta al animal humano, obran el resto para que el milagro cuaje y nazca cada día un nuevo gilipollas.

Resulta tan sencillo sobreestimarse y regodearse en lo poco que uno sabe y despreciar lo muchísimo que se ignora que el movimiento natural del hombre es justo en dirección contraria al de la sabiduría - sólo sé que sé mucho de ciertas cosas (mientras, en alguna parte, Sócrates se ríe a pierna suelta). Traspasar la barrera de esta especial tontería coincide muchas veces con ese especial momento en el que uno suele llegar a su máximo nivel de incompetencia -cuando se lo promociona a uno para jefe de algo. Otras veces, simplemente, es el fruto de un millar de pequeñas vanidades, que un buen día, cuando se suman, resulta que nos han trasportado a otra fase, a otro nivel -el de la gilipollez. Y entonces resulta que nos repanchingamos, oteamos el horizonte desde nuestra planta baja que a nosotros nos parece el último piso del Empire State Building, y decidimos casi sin saberlo que ya poco saber útil nos queda por catar. Nos gustamos, damos consejos, transpiramos sabiduría por cada poro, y nos maravillamos de que, quienes nos rodean, no parezcan escucharnos y nos apliquen tan poco.

Erudicion, s. Polvillo que cae de un libro a un cráneo vacío (Ambroise Bierce)

Otras veces aparenta que tuvimos más suerte, esto es, que los otros muestran más perspicacia y saben aprovechar nuestra compañía en lo que vale. Nos rodea cada vez más gente que nos regala el oído, que muestra una razonabilidad de la que no cabe duda, porque su juicio coincide las más de las veces con el nuestro. Este fatal suceso nos reafirma en nuestra inatacable estulticia, apuntala nuestras defensas, alicata nuestras dudas, y perpetúa, cauterizando nuestras maltrechas redes neuronales, nuestra proverbial tontería.

Los cuervos devoran a los muertos y los aduladores a los vivos (Antístenes)

Y así va uno erigiendo muros que lo protejan del esfuerzo de replantearse (o meramente plantearse) lo que uno es, para qué merece la pena estar aquí, y un poco de que va toda esta vaina. Todo lo propio es bueno y lo ajeno, un amenaza. El hijo propio suspende matemáticas porque el profesor no lo entiende o porque provoca que se aburra - y el ajeno fracasa, seguramente, por un ambiente familiar desordenado. A todo lo de los demás le sobra un poco o le falta otro tanto, o falla en mucho, porque no se parece a lo que nosotros, que todo nos va bien, tenemos. La gente no es feliz porque no quiere, y el mundo, una sencilla ecuación que nosotros ya hemos desentrañado.

El hombre no conoce la maldad de su hijo ni la riqueza de su cosecha (Proverbio chino)

También se pega uno más con el tiempo al dinero, al situado, al supuesto exitoso. Hacen más gracia los que tienen más que los que se han equivocado. El gilipollas que se precie prefiere las fiestas de alfombra roja al amable felpudo del que le tiende la mano desde siempre. Nos desvivimos por esos quince minutos de gloria, por un hueco en cualquier foto, por un pedazo de paraíso de neón, aunque captemos su olor a rancio. El que se mueve, ya se sabe... Confundimos la suerte con la razón, la ostentación con el éxito y el bienestar con la felicidad.

A un hombre bueno lo creerás fácilmente, a uno poderoso con gusto (Tácito)

Y regamos todo ello con abundantes dosis de gregarismo, de conformismo, de sumisión. Hay que pagar un precio (¡vaya si lo sabemos!), pero metemos la mano trémula en los bolsillos y abonamos la cuota, que lleva por nombre rendición. A lo que dirán los vecinos, nuestro jefe, nuestro suegro, el concejal del pueblo, quién sabe quién más. "Es peligroso tener razón cuando se equivoca el gobierno", nos repetimos. Y fundamos una colonia más de ese Estado Totalitario llamado Cinismo, proclamando, como todos (¿no?) que igual da ocho que ochenta, que si no roban éstos robarán los otros, que el mundo es igual en todas partes, y que al fin y al cabo, para que engañarnos, todo es cuestión de oportunidad y nada lo es de principios.

Un cínico es una persona que sabe el precio de todas las cosas pero ignora el valor de cada una de ellas (Oscar Wilde)

Se nos olvida, en algunos casos terribles para siempre, que la vida, magistra vitae precisamente, siempre abre más caminos que clausura, al menos cuando se la experimenta como es debido, esto es, sin ínfulas, con la inocencia de un niño, cogiendo el mocho cada noche si procede para re-descubrirse humano, finito, frágil, mudable, - y a un tiempo, por qué no, sublime y único. Una experiencia que suele llegar tarde para el gilipollas muy adentrado en su senda, pero que al que sabe aprovecharla, le cambia la vida. "De vez en cuando la vida", como cantaba Serrat, nos pega un revés, se rompe el hehchizo, y entonces se nos quita la tontería acumulada durante años. La adversidad (per angusta ad augusta) instruye al gilipollas más recalcitrante, ya sea para hundirlo o para ponerlo en la casilla de salida. Esto depende ya de cada uno, de cuánto orgullo esté uno dispuesto a desprenderse para admitir que la pifió, que se ha equivocado, y que le gustaría tener otra oportunidad.


Gozad del sol, de la pagana
luz de sus fuegos,
gozad del sol, porque mañana
estaréis ciegos
(Rubén Darío)


Creo que nada señala mejor el irresistible avance de la gilipollez que la incapacidad sobrevenida para reírse de uno mismo. Hay gente que desarrolla la enfermedad desde muy temprano, pero justo es decir que las pústulas y las marcas ulcerosas suelen salir conforme se envejece, se hace dinero, se acumulan posesiones, cargos y vanos honores. Antes era el color de la toga - ahora puede ser salir en éste o aquel programa, convertirse en ministro o ser asesor de imagen de uno. Tanto da; la cuestión es que ya no se expone uno al saludable escarnio de los demás, que se reacciona agrio y a destiempo a las críticas, que se atrinchera uno, en suma, en lo poquísimo que cree saber para que nadie se lo dispute. Desaparece la risa y con ella el buen juicio, la amistad sincera, y una fuente ireemplazable de salud mental.

Evitemos la filosofía que no ríe, el saber que no hace objeciones y la grandeza que no se inclina ante los niños (Khalil Gibran)

No existen remedios infalibles contra el mal creciente de la gilipollez. Por todos lados acecha, se alía con las canas, hace buenas migas con los achaques y puede apostarse sin riesgo que se sufrirá tarde o temprano a menos que se tomen serias cartas en el asunto. Expondré el remedio que se me está aplicando: emparejarse con alguien perfectamente dispuesto a no adorarlo a uno. Alguien que te confronte, que te mueva el asiento, que te estime en lo que seas antes de en lo que crees que mereces, que te soporte cuando caigas pero que no ande arrojando pétalos fragantes a tu paso. Lo digo a sabiendas de que hay otras medicinas que pudieran valer, porque, en definitiva, me parece que la presencia de una persona que te quiera de veras, que te haga de espejo y te muestres las miserias (y, mucho menos, las virtudes), resulta más o menos imprescindible, de forma que se encuentra, en mayor o menor proporción, en todas las formulaciones.

No necesito un amigo que se cambie y asienta conmigo (pues mis sombra hace mejor esas cosas) sino que diga la verdad conmigo y me ayude a decidir (Plutarco)



P.S. Larga vida a Montaigne.