
¿Hay recorte de derechos? Seguro. Aunque a estas alturas de la película me cuesta más, como a todos, distinguir derechos de privilegios, y aún más de intereses. Es por ello que me apetece explicarme, porque "la gran putada" (Toxo dixit) que aparentemente nos han hecho parece reclamar una respuesta contundente de los trabajadores, unidos y jamás vencidos, etc.
A continuación relato, para el que le interese, porque me parece que lo que se nos viene encima nos lo hemos ganado a pulso, razón por la cual no piensa mover un dedo para evitarlo en aproximadamente cuatro días.
A) Desde hace tres años a esta parte multitud de autónomos han perdido su trabajo, y casi todos los días una PYME ha cerrado sus puertas. En ese mismo periodo, ningún sindicato ha movido un dedo contra el gobierno - más bien todo lo contrario. En cuanto al resto, le ha importado más bien un huevo de pato. ¿Saben cuantos días por año trabajado cobra un autónomo que se va a la calle? Efectivamente: cero. Pero claro: un autónomo es un autoempleado, ergo un explotador en potencia (podría contratar a alguien). ¡Y qué decir del millón -ya, ay, menos- de PYMES de este país! Son explotadores no en potencia, sino en acto. Mientras todos ellos caminaban hacia las cámaras de gas del desempleo, los trabajadores del pueblo, todos nosotros, hemos tenido a bien mirar hacia otro lado. Lo cual me recuerda las tan salmodiadas desde la izquierda palabras de Bertolt Brecht: "Primero fueron a por los gitanos, pero yo no hice nada, porque no era uno de ellos. Luego...". Luego es ahora, claro.
B) Un país en el que el empresario parte de una presunción de delincuencia es un país condenado al abismo. Con las adecuadas dosis de ignorancia, adocenamiento y cobardía, se convierte en..., bueno en España. Sí señores: este es el país donde se retransmitieron partidos de fútbol en abierto porque un gobierno declaró que visionar balompié era un asunto de interés general - lo más parecido a un derecho inalienable. Este es el país en el que la princesa del pueblo se llama Belén Esteban. Este es el país con las tasas de fracaso escolar más paupérrimas del viejo continente. Este es un país donde hemos criticado tanto a nuestros patronos, donde hemos injuriado tanto a nuestro trabajo que ahora observamos patidifusos el poco interés que la chavalería tiene por ponerse a currar. Este es el país donde 10 de cada 10 escolares sabe quien es Cristiano Ronaldo - donde ninguno conoce quién puñetas en Amancio Ortega. Al fin y al cabo, Amancio Ortega es un explotador (si es millonario, ha de serlo por partida triple). Este esl país, en fin, donde 2 de cada 3 universitarios (la supuesta élite intelectual, la sal de nuestra tierra) quiere ser funcionario. Cómo será la cosa que una palabra crucial en la economía moderna, que en inglés se dice entrepreneurship, ni siquiera tiene traducción al castellano.
C) Porque nosotros, naturalmente, no vivimos para trabajar, sino que trabajamos para vivir. Dios santo, cómo detesto esa frase. Si hubiera cobrado un euro por cada vez que la he oído, ahora ya no tendría que trabajar - no tendría que soportar esa condena. Porque yo soy español, sé vivir, no soy como esos sucios chinos que descansan en su tienda sobre un catre, comen trabajando y no paran ni para mear. Que oye, tienen unos productos cojonudos que compro siempre que puedo, pues no veas que baratos son. Jodidos chinos: alguien tendrá que convencerles de que lo dejen, alguien tendrá que infectarlos con nuestro consumismo, nuestros derechos fundamentales al Canal+ y todo lo demás para que nos den un respiro.
D) Dejen que les diga algo de los chinos: nos van a barrer. Y no porque conculquen las normas laborales de la OCDE -que no digo que no lo hagan, sino que seguro que dejarán de hacerlo. No: nos van a barrer porque los chinos no se hacen pajas mentales sobre vivir trabajar o trabajar para vivir ("chel o no chel echa es la cuestión"). Ellos profesan filosofías de vida como el taoísmo o el confucianismo, que les dicen que la cosa no es lo uno ni lo otro, sino trabajar viviendo (o vivir trabajando, que es lo mismo). Y nosotros simplemente no nos hemos enterado de que mientras sigamos con un discurso de ellos (los empresarios) y nosotros (los trabajadores) no vamos a ninguna parte. Si encima "trabajadores" significa empleados por cuenta ajena dependientes de una entidad que no sea el Estado (puesto que nos ha importado una mierda cuanto aconteciera a pequeños empresarios, autónomos y funcionarios), pues no sólo andaremos descaminados, sino que también haremos el ridículo.
E) Un inciso, por si alguno se despista, sobre mi punto de vista (odio el término "ideología") político y ético: creo que a don Carlos Marx y los que le siguieron y antecedieron deberíamos hacerles una estatua en la plaza mayor de cada pueblo. Ellos lucharon en un mundo en el que los niños trabajaban 14 horas en las fábricas, donde algunos morían con tornillos en las manos, donde la seguridad social era una quimera. les debemos buena parte del mundo del que disfrutamos. Y no estoy dispuesto a renunciar a ningún derecho fundamental por el que ellos se hayan partido la cara. Pero el número de días de despido no es un derecho fundamental. De hecho, España triplica el de algunas de los países socialmente más avanzados de occidente. Concluyendo: admiro lo que el marxismo y la lucha social ha conseguido en el mundo civilizado... al tiempo que recuerdo que ya no estamos en ese mundo.
F) Se me ocurre que hay que recordar que la productividad española está entre las más bajas de la UE. Se me ocurre también, que eso se debe fundamentalmente a todo lo dicho antes - a nuestra manera de considerar al empresario, a nuestra desidia, a nuestro abotargamiento mental y moral. Porque, al fin y al cabo, aquí tenemos los mismos ordenadores y máquinas que en Alemania. Si además nuestras diminutas empresas (son esas las que sufren, no las grandes multinacionales que los sindicatos nos hacen visualizar, torticeramente) caen como moscas... ¿acaso no será una buena idea reducir sus costes? No una idea que nos guste a los empleados, claro que no. Pero quizás una idea necesaria. De hecho, barrunto que si un gobierno tan populista como el actual ha sido capaz de tirarse a esta piscina, muy mal lo ha tenido que ver. Y bien mal que está. Y aquí, viene bien recordarlo, ha participado de la infausta orgía de la construcción (de las entradas a las promociones y la venta antes de escriturar, del dinero negro, etc.) todo hijo de vecino -proletarios, sindicalistas (esos sucios cursos...), todos. Nos hemos dado la vida padre y nos hemos autoconvencido de que la vida era esto, no hacer cosas, emprender cosas de veras.
G) A eso que se llama el Sistema Económico Mundial le traen absolutamente sin cuidado nuestras quejas. Así es que se trata de renovarse o morir. Y sólo se me ocurre una solución: dejar de afrontar el problema económico que arrastramos como un ellos contra nosotros. Retomar el respeto por el trabajo, y la ilusión por hacer cosas. Rehabilitar la figura del empresario, sin dejar de controlar sus desmanes (como los de los empleados desleales y parasitarios). Y lo más difícil y perentorio: cambiar esta maliciosa cultura del subsidio y la sospecha del dinero desde las escuelas. De paso, toca obligar legislativamenet a los bancos a que arriesguen su dinero prestando en proyectos. Nótese que no he dicho "incentivar fiscalmente", sino "penalizar duramente" a los que se guarden sus dineros para los avalados y lso presidentes de megaclubes. Díganme si eso no es de izquierda que te pasas. Por las buenas o por las malas, tenemos que hacer de esste país una tierra de valientes, como lo fue en su día. Si no es de la mano de la innovación, si no apostamos por hacer cosas distintas y comercializarlas con desparpajo, no tenemos posibilidad alguna frenta a más de dos mil millones de chinos-indios-brasileños. En otros países hace tiempo que se dieron cuenta.
Termino el ladrillo. Hace unos años se recosntruyó una trirreme griega - uno de esos barquitos con la que los atenienses y los corintios, principalmente, les dieron para el pelo a los persas en Salamina, por ejemplo. Cuando se subieron 200 pollos a la nave e intentaron ponerse de acuerdo para navegar, les resultó imposible. Ni con megáfonos pudieron -los gritos no servían. Entonces, lo descubrieron. Aquellos griegos de hace dos mil quinientos años se ponían de acuerdo par surcar la mar canturreando ciertas tonadas. Canturreando.
Mientras que se siga tratando de pegar berridos, que no cuenten conmigo. Ni el 29 ni otro día. Yo me quedaré trabajando. Cuando nos decidamos a cantar, yo seré uno de los que más fuerte entonen la tonada.