
La Compañía Zapatolandia, acuciada por la crisis, decide abrir mercados en parajes remotos. La cosa está muy mala, los chinos, que ni pagan seguridad social ni dan vacaciones, anegan el sector, la gente esconde el euro en el país – qué les voy a contar. El caso es que la dirección vuelve la vista a dos de sus comerciales, digamos Gómez y Domínguez, y les dice, chicos, preparad maletas, pasaportes, y toda la pesca, que os vais a Gaborone. Que está en Botswana, para más señas. Un par de millones de hermanos deseando comprar nuestros zapatos, por si no os habíais enterado.
Gómez y Domínguez, una vez confirmado que el asunto no es de guasa, se sacan pasaportes, se vacunan, hacen testamento – en fin, lo normal cuando uno se adentra en el África profunda sin tener ni la más remota idea de cómo cuecen las habas por allá. El gran jefe –digamos hoy Johnson, mañana quizás Xian Peng- les dice que tienen una semana para hacer sus pesquisas, gastar suela en el terreno y hacer sus pronósticos y propuestas para el mercado botswano, o como se diga.
Pasada dicha semana, ambos escriben un e-mail.
Para: Johnson
De: Gómez
Asunto: Perspectivas de venta
Buenas tardes, jefe
Las perspectivas de venta son sombrías. Aquí, realmente, casi nadie usa zapatos. La gente tiene echa la suela a base de una costra de carne, pues durante generaciones han pisado el suelo desnudo tan panchos. El país está plagado de aldeas infames, la gente tiene un modo de vida básicamente rural, y para cazar, como que les sobra el calzado.
Francamente, no sé que hago aquí, así es que, si no manda usted otra cosa, me vuelvo.
De hecho estoy ahora misma en el aeropuerto
Cordialmente
Para: Johnson
De: Domínguez
Asunto: Perspectivas de venta
Buenas noches, jefe
Las perspectivas de venta son asombrosas. ¡Fíjese que ahora mismo casi nadie tiene zapatos! Tienen los pies destrozaditos de tanto patear el suelo sin protección alguna. El país, por si lo desconocía, es todo a base de pequeñas aldeas (bastante curiosas, de cierto encanto), y creo que tanto para la agricultura como para la caza (¡imagínese cuando corran detrás de las gacelas con nuestros deportivos!), nuestro calzado le vendría de perlas.
¿Podría quedarme otra semana para buscar distribuidores locales? Aún no conozco lo suficiente la zona, el hotel es más bien modesto, pero por mi va bien.
Ya me cuenta
Un abrazo
Supongo que la cuestión es si uno quiere apuntarse a vivir a la Gómez, o a la Domínguez.
Yo lo tengo bastante claro, por cierto.